31 marzo, 2006

El Sí y el No

Eres una espina que divide la mente en dos partes individuales. El Sí y el No.

El Sí grita y desea cuando estás cerca añorando recuerdos que escapan fugaces en el tiempo. Colma de carencias el espíritu e invade de plenitud todo el ser. La mente transforma los pensamientos en palabras y expresa sentimientos que han permanecido escondidos por miedo a salir dañados. El olvido huye alojándose en pequeños recodos del camino, pero se mantiene alerta ante el mínimo cambio de actitud para salir a la luz de nuevo. Una dependencia inexistente que no puede controlarse cuando el galope del corazón es sonoro y fuerte.

El No descubre nuevas facetas incomprensibles en tu persona y deja al descubierto una inseguridad aterradora que transformas para quien no te conoce. La arrogancia campa a sus anchas con la plena libertad de no tener trabas para plasmar el dolor allá por donde te paseas. El interés mueve tus acciones sin importarte las consecuencias que derivan de ellas porque la superioridad inunda tu mente. La sinceridad es tu aliada en la vertiente dañina porque tu boca huye a la hora de pronunciar halagos que puedan inducir al cariño.

Sopesar el Sí, o el No, se convierte en un olvido presente. El disfrute se vuelve amargo cuando entras en la mente, y el dolor se alivia cuando se escucha tu voz. La grandeza es innata y, por tanto, no se adquiere en las idas y venidas de la vida. El respeto otorga plena libertad para dialogar cuando las palabras existen y los hechos confirman ese derecho, pero la ignorancia también es innata.


Las actitudes de los seres humanos pueden usarse para beneficio y prejuicio de todos cuantos nos rodean, pero es preciso conocer de antemano la respuesta de tales acciones. No infravaloremos a las personas por alguna actitud que no es de nuestro agrado, ni sobrevaloremos por actitudes fantasmas. Con el paso del tiempo todo se vuelca hacia nosotros. No inventemos diablos o ángeles porque las actitudes de cada uno sean distintas a las nuestras, pero no debemos olvidar que nadie quiere sentir en sus carnes aquello que no desearíamos para nosotros mismos.




Copyleft. Alzado 2003
Permitida la reproducción citando al autor e incluyendo un enlace al artículo original.