01 mayo, 2006

Los vecinos

Todos tenemos vecinos. En las ciudades es imposible no tener vecinos, y en el campo si no se tienen, confraternizan a un pueblo entero para ser vecinos de alguien. No podemos vivir sin vecinos, pero ¿cuántas veces pensamos lo bien que viviríamos sin ellos?

Es una relación extraña. Ni contigo ni sin ti. Los habitantes de los edificios tenemos vecinos por todos los lados: Arriba, abajo, izquierda y derecha. Flanquean nuestros movimientos, nuestras palabras, risas y gemidos. Hay excepciones clarísimas como los del cuarto piso ó ático (queda más chic), y los del bajo. Soportan a la mitad de los vecinos que los demás porque son flanqueados por la izquierda, o derecha, y por encima o debajo, según sea el caso. Como tienen menos trabajo se aburren y para entretenerse se convierten en vigilantes urbanos a través de sus ventanas, terrazas y mirillas.

Uno de mis vecinos es así. He llegado a pensar que, algún día, cuando me salude me dará un infarto. La causa no es por cuestión de belleza, no. El susto se produce cuando me acerco a la puerta y busco mis llaves en el bolso. Ese momento de concentración plena es el escogido por él para saludar apareciendo… de la nada. Ahí comienza todo. Notar que algo está emergiendo de la ventana a toda velocidad, impresiona. Y si ese movimiento rápido va acompañado de un saludo a gritos te remata porque esa potencia de voz resulta muy perjudicial si la distancia es menor de un metro. Estoy convencida que en cualquier saludo de los futuros que me quedan, caeré redonda al suelo de la impresión.

En todas las comunidades de vecinos siempre encontramos alguno que nos resulta más peculiar que el resto por muy diversas causas. Si pensamos en ello nos daremos cuenta que el repertorio es bastante amplio. La rivalidad en el fútbol es algo habitual en la convivencia diaria porque está por todas partes: En el trabajo, en los amigos, en la familia… en los vecinos. Esa rivalidad se vive de manera especial cuando se trata de un vecino porque si adivina cuál es tu equipo favorito, estás perdido. Si tu equipo va perdiendo celebra los goles con petardos pensando que tú ni repararás en ello, y cuando se cruza contigo en el ascensor critica a los árbitros con leve gesto de burla comedido. En esta cuestión están los fanfarrones que van a meter el ojo en la llaga, y los “educados” que comentan el robo del partido para seguir integrando ese grupo de vecinos “agradables”… de tu comunidad.

Todos los vecindarios tienen un vecino curioso. Normalmente ostenta el título una mujer, pero… existe, alguna placa que otra, colgando del pecho de un hombre. Si quieres que toda la comunidad sepa algo nada más fácil que decírselo al vecino curioso porque al día siguiente la noticia habrá llegado a oídos de todos.

En los tiempos que corren es algo normal que algún vecino sea separado o divorciado que para el caso es lo mismo. La actitud que toman para con los solteros es igual, pero si ellos te conocieron en estado matrimonial varía un poco su atención dependiendo del sexo. Con los separados o solteros actúan con cautela siendo vecinos, o vecinas.

Los vecinos argumentaran frases típicas como: “Guapa la chica de ayer noche, “eh?”, “que suerte no tener que aguantar a ninguna mujer”, “tío, ¡qué fiestas te montas en casa!, a ver cuando invitas…”

Las vecinas, por el contrario, cuando se crucen contigo no dirán nada, pero sus pensamientos volarán a la velocidad de la luz: “¡Vaya vida que lleva este! No paran de subir chicas a su casa, claro que la de ayer… no valía nada”, “Cualquiera entra en su casa, seguramente será un basurero” y si el vecino es agraciado sus fantasías sexuales inundarán sus noches monótonas.

Peculiar mundo el de los vecinos… Quedan en el tintero muchos más ejemplos singulares y normales, pero estos serán escritos en otra ocasión…



Copyleft. Alzado 2003
Permitida la reproducción citando al autor e incluyendo un enlace al artículo original.