07 enero, 2016

Déjame que te cuente...

Aquellos momentos, serían los primeros de encontrarse a solas después de su separación. Malena sabía que cuando llegasen a la habitación de aquél pequeño y lejano hotel, Mario intentaría atrapar su mirada. Y que ella entraría a formar parte de un juego sin razón cuando intentase rehuir la suya. Sabía que, tarde o temprano, sus ojos le atraparían. Y se sentiría atrapada completamente cuando Mario extendiese sus brazos buscando abrazar y sentir su cuerpo. Ella no iba a negarse a ello. También lo necesitaba.

Como necesitaba que la acompañase mientras cruzaran la pequeña y cálida habitación, ofreciéndole su mano para sentarse en la cama. Allí le miraría a los ojos y le diría:


- Me alegro de verte.

Y él respondería:
- Yo también me alegro de verte.

A continuación, cogería sus manos entre las suyas y continuaría hablando:


- Te añoro, pero ya no sufro por ello. La comunicación entre ambos se cortó, cuando era necesario hacerlo. Las aguas debían volver a su cauce, más tranquilas, más maduras y con lo aprendido de esta experiencia. El sentimiento cercano sigue ahí, lo siento de forma constante pese a la distancia, pero ya no duele.

Tomé mí tiempo de silencio para fortalecerme, para pensar y analizar el tiempo que nos habíamos regalado. Fue dulce, único e irrepetible. Lo vivimos juntos y nadie puede borrarlo de nuestra memoria, salvo nosotros mismos. Comencé a conocerte, y me enamoré. Fui reacia y asustadiza en los principios. Y tú fuiste osado cuando expresaste de forma clara tus sentimientos en una frase de dos palabras. Y fue bonito.
Creo que ya he superado el proceso de extrañarte junto a la tristeza. Y lo creo porque vuelvo a recobrar mi alegría. Me apetece verte y saber de ti, del que hoy es amigo y en el pasado también mí compañero de vida, mí amante, mí amigo...mí todo. Del que puedo continuar aprendiendo y, a la vez, regalarle sonrisas para los momentos más difíciles...

En ese momento, Mario se acercaría e intentaría besar los labios de Malena. Y ella, también sabía, que no pondría ningún impedimento para que aquello ocurriese.