01 mayo, 2017

Prejuicios

Los seres humanos estamos llenos de prejuicios. Viven en nuestra mente y se alimentan de nuestros pensamientos. De manera inconsciente nos asaltan, juzgan y critican aquellas ideas que no coinciden con las propias.

Cualquier suceso que observamos, palabras que escuchamos y actos que vivimos llevan su sello. Todo aquello que pudiera alterar nuestra zona de confort, hace que afloren miedos ocultos que se enmascaran con prejuicios.

Huimos de forma consciente de aquello que pueda dañar nuestros hábitos. Procuramos vivir ajenos, en nuestra mente erróneamente ordenada, de lo que no aprobamos. No todo es válido, ni correcto.

Tenemos la supremacía de la verdad? Nuestros juicios son los correctos? Nuestras críticas corresponden a la realidad? No siempre.

No somos perfectos, afortunadamente. Debemos practicar de manera más asidua la tolerancia. No debemos permitir que nuestro ego se proclame vencedor de batallas dialécticas, cuando la realidad abarca tantas posibilidades.

Practiquemos una apertura de mente ante las situaciones diarias, y eduquemos nuestras palabras para poder dar cabida a ideas y pensamientos diferentes. No pensemos en lo perjudicial, cuando algo es distinto.

No es un ejercicio fácil pero si algo que debemos intentar practicar a diario.

30 abril, 2017

Cambios necesarios

A medida que pasan los años, algunos hábitos y costumbres en nuestro modo de relacionarnos,  se afianzan con fuerza en nosotros. Actos que realizamos de forma automática, denotan que siempre hemos actuado igual a lo largo de nuestra vida. Son rutinas en las que nunca hemos pensado en introducir cambios, porque nos facilitan una solución que se adapta a nuestro modo de vida. 

Pero lo que para algunas personas es rutina, para otras son intentos de conseguir llegar a una estabilidad que les reporte confianza y seguridad. Cuando se carece de ello, su búsqueda no cesa ante la posibilidad de conseguirlo. Cuando vamos en el camino de conseguir aquello por lo que hemos luchado, pensamos que quizá esa vez, el resultado sera otro. A veces se consigue, otras no y seguimos atrapados en un bucle sin saber muy bien hacia donde ir. 

Pensamos en la posibilidad de modificar comportamientos, pero si nos cuesta asimilar los cambios que podamos introducir, aparecen los miedos. Surge el temor de salirnos de la ruta marcada, hacia una dirección que no conocemos. Ese miedo interno nos bloquea, y no permite que salgamos del bucle que hemos establecido nosotros mismos. La mayoría de las veces, tenemos la solución a nuestro alcance, pero no reparamos en ello. Nuestra mente permanece obsesionada por recurrir a los viejos hábitos, aunque sepamos que ya lo intentamos y que no funcionaron pero nos reporta una extraña seguridad. 

Cada ser humano es distinto de otro. Buscamos con afán encontrar alguien que tenga similitudes con uno mismo. Y no pensamos que, quizá, sea bueno que podamos tener afinidad con personas que sean diferentes. Cerramos opciones y vetamos posibilidades. Pero si queremos escapar del bucle que nos mantiene, debemos intentar escoger otra senda aunque no sepamos donde nos llevará.

La intuición puede ayudarnos a discernir en momentos de duda. Esos pensamientos que acuden de golpe a nuestra mente, hay que saber reconocerlos para que no queden ahogados entre la multitud. Es hora de romper la coraza sin miedo a fracasar. De mantener unos baremos que afiancen nuestro modo de comportarnos hacia los demás. No sirve de nada recluirse y aislarse en los propios pensamientos. Como tampoco es válido hacer nuestros los pensamientos de los demás, porque no seremos realistas en la totalidad de las veces. 

Si queremos modificaciones, salgamos y pongamos en práctica. No es bueno permanecer estáticos dejando que la vida pase por delante sin interaccionar con ella. Si continuamos actuando igual ante determinadas situaciones, pese a no haber tenido resultados satisfactorios, seguiremos atrapados. La vida avanza, y el tiempo pasa para no volver. 

Hagamos por introducir distintas variantes, probemos de diferentes formas y si ninguna satisface quizás es una señal para que aprendamos a disfrutar con lo que tenemos. De desterrar la posibilidad de conseguir aquello que pueda reportar infelicidad...