06 diciembre, 2008

La vuelta

Mientras Fermín daba su paseo matutino por la chopera, María fue despertada por una llamada telefónica. Somnolienta miro la pantalla del móvil para saber el nombre de quién llamaba con tanta insistencia: Luis. Dirigió su mirada hacia el despertador de la mesita y comprobó que eran las 8 de la mañana... de un domingo. Descolgó.

- ¿Mamá? ¿Hola? ¿Estás ahí?
- Sí Luis,-bostezando- estoy. Dormida, pero estoy. ¿Sabes qué hora es?
- Siento si te desperté pero tenía que hablar contigo.
- Dime, -incorporándose- ¿te ha ocurrido algo?
- Sí, no… no sé. Me han despedido… eso implica que no puedo hacerme cargo del alquiler y necesito…
-¿Cuándo vienes?
- Llego mañana por la mañana.
- ¿Mañana?
- Sí, ¿os viene mal? Lo digo por si tenías vuestros planes… por mí…
- ¿Mal? ¿Planes? Espera, ya nos contaras más detenidamente cuando estés aquí. ¿A qué hora llegas, y dónde voy a recogerte?
- Llego en el tren de las 12, ¿irás tú o papá?
- No sé hijo, eso da igual. Buen viaje.
- Nos vemos mañana. Besos
- Tengo ganas de verte. Hasta mañana.


María continuó sentada en la cama asimilando la inminente llegada de Luis. La pensión de Fermín no era para echar cohetes, y la suya era un complemento. Imaginaba que Luis tendría paro y así cooperar con la economía familia, sino, sería un tremendo esfuerzo y Fermín lo utilizaría como arma recriminatoria toda la vida. Siempre quiso que su hijo se dedicase a lo que había constituido toda la vida de su familia durante años. Le gustaba ser tradicional en muchos aspectos de su vida y no vio con buenos ojos que su hijo abandonase el trabajo del campo por la ciudad.

La crisis era una escusa razonable para justificar su vuelta. Los trabajos escaseaban e imaginaba que Luis había agotado todas las posibilidades antes de llamarles. Maldita crisis, recesiones y todo lo aplicable. María se mostraba impotente ante las elevadas cifras del paro que subían a diario con Luis incluido ahora en ellas. Escuchaba los pocos avances que realizaban y los malos presentimientos para el año siguiente.

- ¡Ufff...! –levantándose-. A ver como se lo cuento a Fermín…




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