29 diciembre, 2006

Ayer y hoy

Paseaba reposando sus pies en la hojarasca amarillenta que cubría las calles. Un paisaje otoñal con algo de frío por las noches le invitaba a encerrarse en casa sin salir, pero aquella noche sintió la necesidad de pasear para dejar sus pensamientos libres.

No servía de nada pensar en el pasado, en el ayer... Cuando la sangre que fluía por sus venas estaba llena de vida. El ayer fue historia en su pensamiento porque enfermó y él quedó encerrado en el olvido.

No más palabras de cariño, sólo gruñidos y monosílabos. La rutina se instauró en sus vidas de manera silenciosa. Él buscó la falta de cariño y ella se amparó en la soledad de las paredes adornadas de recuerdos para intentar sujetar lo poco que quedaba de ellos.

Ayer él amó con todas sus fuerzas a esa mujer, llegó a desear su cuerpo de manera enfermiza e intentó comprender sus pensamientos más de una vez. Pero todo fue en vano porque ella olvidó hasta su nombre, los recuerdos y momentos se perdieron en el tiempo... y él resultaba un extraño.

Hoy es bien distinto.
Ayer corría sangre por sus venas.
Hoy... su mirada dijo adiós.

Copyleft. Alzado 2003.
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27 diciembre, 2006

Atardecer

Chapoteaban mirándose tres veces seguidas de otras tres. Sonreían y eran felices. Sus miradas expresaban bienestar mientras el deseo se acercaba lentamente. Se alejaron lentamente de la orilla parándose en un escalón para limpiar de arena sus pies descalzos. Llegaba el atardecer.

El fuego y el agua en un único elemento. El dios Sol bajaba inexorablemente hacia las profundidades y, desde aquél escalón, aparentaba ser engullido por el inmenso mar azul.

-Hasta mañana...- susurró ella.
-¿Hasta mañana?- dijo él.
-¿Has hablado alguna vez con el sol, la luna... las estrellas?
-No, ¿tengo que hacerlo?- sonriendo.
- Sonriendo también –no, era una pregunta un tanto absurda. Olvídalo.
- A veces te noto, no sé ¿distante?
- No cariño, si me miras sabrás lo que pienso. La mirada lo expresa todo...
-¿Sí? Dime que expresa la mía- con tono infantil -.
- Reprimiendo la carcajada – Venga.

Sus miradas se cruzaron, y mientras ella clavaba su mirada en el iris de los ojos que tenía enfrente, pensaba en la manera de decirle que no podía continuar así. Que su camino continuado hasta los largos años de convivencia de hoy había llegado a su fin, y su hipocresía miedosa también. Como decir con una simple mirada que su vida ansiaba libertad y su corazón paz. Los por qué ya vendrían después... Como dejar fluir en la mirada que necesitaba oxígeno para respirar.

Observó su rostro y no pudo ver más porque sus ojos se cerraron. Ella esperó dolor acordándose de la última vez, y recibió un beso añadiendo en su oído: -¡Qué bromista eres!- riéndose a carcajadas -No cambiarás nunca...-.

Un azote de brisa hizo que pequeños montones de arena se agolparan en sus pies. Se pusieron en pie y comenzaron a caminar. Todo continuaba siendo igual.



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