10 febrero, 2006

Querido lobito

Estás ahí dentro de mí utilizando tus garras, tus dientes, tu fuerza para vencerme y para dañarme. Hasta el momento llevas unas cuantas partidas ganadas, no todas, pero sí algunas. Pero ¿sabes lo que pienso? que ¡ya está bien de darte el protagonismo! A fin de cuentas ¿qué eres? un lobo. Un simple lobo.

Nos quedan muchas batallas que librar aún contrariamente a lo que yo quiera. Escucho tu aullido, de vez en cuando, para que te sienta... sí, lo sé, soy consciente de que estás ahí, pero ¿qué quieres? ¿Qué te rinda pleitesía y viva exclusivamente para ti? Tú vive dentro de mí como ya llevas haciendo unos cuantos años... el resto déjamelo a mí.

Sé que todo lo que siento en mi interior lo sientes tú. Sabes como sufro cuando atacas, eres consciente del olvido que te tengo en numerosas ocasiones y con todo esto no pretendo echarte, no, porque sé que no te irás, pero querido lobo no eres nadie para mí. Estás usurpando un sitio que no te he concedido, que nadie te ha otorgado pero tú, sin embargo, continúas ahí. Vive y lucha dentro de mí, pero te advierto una cosa: Yo también lucharé no dejándome vencer porque usaré todo lo que esté a mi alcance para ello.

En confianza, ¿sabes una cosa? No estoy sola en esta batalla porque son más de uno y de dos los que quieren verte vencido. Personas y elementos de todo tipo. Las personas luchan con lo que ellos creen es lo mejor y lo más necesario: su apoyo, amor, formación e inteligencia y les demuestro mi gratitud queriéndoles. Me resigno ingiriendo los elementos porque, no siendo los más puros y sanos, resultan efectivos contra ti agradeciendo su presencia.


Te preguntarás en este momento -¿Para qué tanta lucha, sacrificio y control?-, ¡para dormirte! Cuando sienta tus ronquidos y note que estás indefenso, querido lobito, ¡iré a por todas en la vida! Te consiento que andes merodeando en lo más profundo de mí porque, a fin de cuentas, soy consciente de tu presencia al dejarte sentir, pero debes llevarte algo en cuenta lobito, de esta manera, yo soy la más fuerte. Querido lobito elige: merodeando o durmiendo. El tic-tac del reloj sigue su curso y te aseguro que paciencia... aún me sobra.

Celia

Celia es su nombre. Una mujer floreciendo de un cuerpo de niña, y una niña viviendo en el cuerpo de una mujer.

Su rostro simpático incita a la sonrisa, y su manera de expresar anima para escuchar. Cuando camina imaginas tener delante a una gacela por sus movimientos ágiles y su figura esbelta. Su mirada irradia luz y su cuerpo juventud. Divino tesoro.

Una mujer inteligente de mirada tierna. Soñadora porque su edad le permite viajar más allá del final de las nubes, y consecuente con el día a día. Responsable e infantil. Una mujer que disfruta en los pellizcos felices que ofrece la vida, y que lamenta cuando llega el dolor.

Estas palabras expresan y reflejan la personalidad de una mujer que, además de ser joven, es bella.


-Pásame –me dijo una mañana-, pásame algún escrito para leérmelo.

Así han continuado más escritos que lee con avidez mientras regresa al hogar. Las palabras acompañan su viaje, y por la mañana temprano emite sus comentarios. Cuando escucho sus palabras su mirada transmite alegría, y sus gestos le acompañan.

No sabemos cuando nuestras sonrisas serán separadas por el destino caprichoso, pero resulta reconfortante saber que mis palabras le acompañaran allá donde esté.


Así es ella. Así es Celia.

Reflexión

Una mujer enferma de corazón y mente recibe tratamiento en un psiquiátrico. Escuchar sus palabras provoca dolor y ganas de ayudar a toda costa. Todas las mañanas se mira al espejo sin encontrar a nadie al otro lado. Sus pensamientos están con su hija y con su único amor pero no espera nada de la vida porque, hasta el momento, sólo ha recibido sufrimiento. Va contra natura que la muerte de un hijo anteceda tu muerte, según los psicólogos es el dolor más profundo que puede sentir el ser humano, pero la vida continua. Una vez superado el dolor interno aprendes a vivir con él y se agradece un poco de felicidad pero la vida, a veces, es injusta. Ha vivido media vida y sólo ha podido sentir y disfrutar de los pequeños placeres que ofrece la vida a ráfagas. La negación a vivir es la antesala de la muerte.

Nadie pide venir a este mundo, pero si a ella le hubieran dado la oportunidad de elegir seguramente hoy no la conoceríamos. Sería justo que si vives media vida sufriendo la recompensa de lo que queda por vivir sea la felicidad, pero existen muchas personas que no saben aún lo que significa esa palabra.

El comportamiento de algunas personas incita a reflexionar sobre la vida y las pruebas que nos depara, en ocasiones, el destino. Una situación extrema puede llevarnos al olvido hasta de nosotros mismos, pero debemos tener en cuenta que nacemos, vivimos y morimos una sola vez. Nuestro ciclo vital termina ahí. Cuando nacemos no somos conscientes de todo cuanto ocurre a nuestro alrededor porque nos guiamos por el olor y buscamos protección. Según vamos creciendo la ternura va ocultándose y vamos sumando experiencias a la vida. Al final de la larga etapa reside la sabiduría por los conocimientos adquiridos en el camino. Las experiencias vividas son buenas y otras no tanto, pero el mayor error que podamos cometer es olvidarnos de vivir. Siempre resultará más beneficioso aprender de los errores que ignorarlos.

¿Cómo se puede infundir ganas de vivir? ¿Cómo puedes explicar con palabras algo que bulle de manera natural pero que, sin embargo, muchas personas carecen de ello?

08 febrero, 2006

Homo homini lupus

Siempre está en boca de todos, pero en los últimos días el transcurso de los acontecimientos provoca miedo. Una caricatura ha sido esta vez la causa, pero para determinados grupos de personas cualquier excusa resulta válida. El fundamentalismo, fanatismo y radicalismo nunca resulta beneficioso. Da igual el extremo que quiera tomarse, ya sea político, religioso... Un fanático del fútbol también puede herir cuando alguien increpa a su equipo. La falta de razón es la causa dañina.

Siempre mencionamos autoestima como una actitud, o valor positivo para el ser humano, pero no debemos olvidar el autocontrol ante determinadas situaciones. Resulta asombrosamente gratuito poder quitar la vida a alguien. La violencia puede utilizarse en cualquier sitio y situación. Los casos de violencia doméstica son, desgraciadamente, el pan nuestro de cada día, el resurgimiento de grupos violentos formados por bandas callejeras es otro punto amenazante a tener en cuenta, los que siembran el terror a través de sus atentados terroristas... el fundamentalismo islámico.

¿Qué sociedad vamos a dejarles a nuestros hijos?

Cada día que pasa voy dándome cuenta de la acertada frase: Homo homini lupus. Cuando queda reflejada en actos deplorables como los que hacen los grupos o personas mencionados siento desprecio por el ser humano. Haría falta humanidad en primer término, pero algo fundamental como el respeto ha quedado relegado en el baúl de los recuerdos. Hace falta que muchas personas vuelvan a nacer para comprender derechos tan fundamentales como el derecho a vivir.

A mi hijo

El amor de una madre se siente, se respira, se ve.

La sensación tan maravillosa que se siente hasta dentro cuando él te mira, te sonríe, te arropa con sus pequeños brazos, cuando ves la admiración hacia ti en sus ojos... cuando se enfada y se molesta por algo. La mirada que transmite me recuerda a mis años pasados y vividos porque, en numerosas ocasiones, es mi viva imagen.

Quiero transmitirle humanidad, confianza, ingenuidad, sensibilidad, ganas de vivir, inteligencia, alegrías, temores, dolor, sufrimientos, lágrimas… Quiero transmitirle todo, tanto lo bueno como lo malo porque las condiciones esenciales de todo ser humano es sentir todo en conjunto. Prefiero que comience su andadura sintiendo todo a la vez porque, de esta manera, cuando ambos momentos lleguen sabrá sacar provecho. De los buenos disfrutándolos al máximo, y aprendiendo de los malos.

Cuando le veo crecer cada día imagino su rostro con algunos años más, y la sensación tan maravillosa que puede dar el sentirte orgullosa de ese ser, te invade. Será guapo, sí… en la etapa adolescente con algún granito de más y una pizca delgado, pero si cumplo el papel de madre será un adolescente feliz, triste, ilusionado, ensoñador, abatido… Cuando sienta una y cada una de las sensaciones que puede llegar a sentir un ser humano será un ser maravilloso porque habrá comenzado a disfrutar de lo que es estar vivo.

07 febrero, 2006

Magia para ilusionar

Me gustaría ser Reina Maga. Repartir ilusiones soñadas, y reconfortándome con los gestos de sorpresa y alegría que expresamos cuando abrimos un regalo.

Me gustaría poseer magia para dar a cada uno lo que sueña. Esta noche, precisamente esta noche, quisiera sentir la magia dentro de mí. Con un simple chasquido quisiera enviar algo que hiciera feliz: una sonrisa, una mirada, unas palabras… no es nada material que pueda tocarse, pero lo siento… no hay más. No busquéis porque el saco está vacío. Quisiera tener magia, pero aún no la tengo…

Cuando termine de escribir estas palabras dedicaré mis siguientes minutos a envolver el regalo para mi hijo. Sólo es uno, y encima no es mío… Uff estas navidades han venido flacas.

Esta noche me gustaría tener magia precisamente para eso. En primer lugar para mi hijo porque desearía que mañana por la mañana encontrara más regalos debajo del árbol. Ya tiene ocho años y han sido los mejores años de mi vida. Desde el momento que nació llevo regalándole con orgullo la magia de una noche de Reyes. Él me produce amor, caricias, palabras sacadas del fondo de mi corazón, y alguna que otra reprimenda para que sepa enfrentarse a la vida cuando así lo decida por su cuenta y riesgo. Le quiero y le adoro. Es mi tesoro.

En segundo lugar me gustaría tener magia para poder saldar una hipoteca, transmitir una sonrisa y aplacar una tristeza. Dar aquello que se anhela, y que nos niega la vida diaria. Me concentraré para recibir la magia, pero no prometo que llegue…


Me gustaría ser Reina Maga…