16 agosto, 2006

¿Dónde estás?

¿Dónde estás? Intento alcanzarte y no llego a tocar un solo milímetro de tu piel, o ¿quizá sí?

Te sueño en mis noches tormentosas, imagino tus pasos entrando por el umbral de cualquier puerta desconocida sonriendo e intentando ocultar tu timidez al pronunciar: Hola.

Observo a la luna resplandeciente y grande iluminando mi camino para seguirte, pero me pierdo en la búsqueda. Le pido consejo al astro que ilumina nuestras noches y ella me aconseja paciencia para esperar tu llegada. Los impulsos irrefrenables me restan energía pero, a la vez, recargan mi corazón de latidos que son imposibles de callar.

Sueño con tu imagen, pero me resulta extremadamente imposible reconocerte entre tantos espíritus. Siento tu cercanía y me siento bien. Tus caricias resbalan por mí piel y despiertan sentidos dormidos hace tiempo. Busco tu sonrisa para que ilumine mis días y gozo de tus últimas palabras. Tu mirada se clava en mi pensamiento y un escalofrío recorre todo mi cuerpo cuando te recuerdo.

¿Eres un rostro conocido? ¿Debo seguir buscando?... Paciencia –susurra la luna- pronto estará contigo... Espero paciente el transcurrir de los días observando cualquier indicio que pueda conducirme a ti y, mientras, disfruto de todo cuanto se cruza en mi camino: Sonrisas, confesiones, despertar...

La soledad de unas lágrimas añorando un abrazo inicia mi búsqueda pero, al cabo del tiempo, me doy cuenta de la pérdida que hago con cada segundo que pasa. Añoro tus palabras perdidas en el tiempo y deseo de manera ferviente volverte a encontrar. Disfruto de los recuerdos, pero tampoco me resulta favorable vivir en el pasado. Una esperanza, un pequeño atisbo que suceda para reconocer tu imagen y tus gestos transmitiendo cariño serían suficientes para iluminar mi mundo.

¿Dónde estás?...


Copyleft. Alzado 2003.
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